A mis veinte y doce llega el momento de la reflexión, y tras mirar adentro; uno mismo, también lo es de mirar hacia afuera. De echar el ojo por la ventana de un mundo absolutamente loco y que aún sigue intentando recolocar las piezas en el tablero del mundo tras la desaparición de la Unión Soviética, y del cual aun no hemos encontrado un equilibrio apropiado.
El África post descolonización se desgaja y se plaga de Estados fallidos entre unas fronteras que no existen, tribus que suplican armas a occidente para seguir arrastrándose en el fango de las arenas del Sahel, cruzándose los disparos entre hermanos. Mientras, los niños siguen llenando sus estómagos de tierra y cargando sus fusiles, esperando a que llegue el siguiente objetivo y no a que alguien venga a ponerle algo de cordura.
El septiembre pasado, por primera vez en la Historia tras la II Guerra Mundial, un señor que ocupa un puesto llamado "Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los refugiados" anunció que teníamos 60 millones de desplazados en el mundo. Un uno por ciento de la población mundial. El mismo organismo determinó y elevó la alerta de emergencia humanitaria al nivel máximo, al tres que podría ser cuatro si lo hubiera, en la República Centroafricana, en Siria, en Sudán del Sur y en Afganistán. Cuatro estados fallidos. Cuatro estados en los que la intervención de las potencias colonizadoras no ha hecho más que hundir en la miseria más absoluta a sus habitantes. Diez millones de desplazados entre los cuatro conflictos. Y estamos ahí, sosteniendo un sistema de instituciones internacionales que lo único capaz de hacer es seguir vendiendo armas, para que éstos continúen matándose hasta que no quede ninguno.
Y luego Europa; siempre la vieja Europa. Incapaz de todo punto de fijar de una vez para siempre sus frontera; descomponiéndose a pedazos y redibujando las fronteras del vetusto continente. Hoy es Ucrania, en el tablero donde Putín ha sabido colocar al viejo Imperio Ruso a las puertas de la Unión Europea, que tras la caída del muro se ha preocupado poco tirando a nada de su situación geopolítica más allá de las consecuencias del Tratado de Maastricht. Los pseudo líderes europeos, con Ollande como legítimo heredero de Leon Blumm y Angela Merkel como legal representante de la Troika, intentan parar los pies de las pretensiones del nuevo pequeño Zar ruso. Pongo la más grande de las dudas para que lo consigan.
Y en lo que en la vieja Europa nos preocupamos por si Grecia rompe con esa unión económica y monetaria abocada al fracaso, el centro económico mundial de los grandes poderes se traslado hacia Asia, donde China y Rusia quizá echen un all-in a americanos y europeos, que siguen sin saber qué música suena en la fiesta. Se quedaron pensando que la historia había terminado con la caída del muro; pobres, que le hicieron caso a las predicciones un nostradamus llamado Fukuyama.
Y mientras creemos que hemos de forjar una macro alianza frente al Islam, intentamos dar sentido a una de esas grandes locuras que habitan esta pequeña porción. El Estado Islámico está haciendo saltar por los aires a occidente y con una cruentísima virulencia decapitando civiles, cristianos y periodistas. Falsa violencia que hace arrodillar a la NATO, y mirar llena de dudas incluso hacia potencias no aliadas para responder frente al no saben qué; solo que tienen miedo; miedo que se escurre entre los centros del poder de la City y de Wall Street, hacia no se sabe muy bien dónde.
Y mientras creemos que hemos de forjar una macro alianza frente al Islam, intentamos dar sentido a una de esas grandes locuras que habitan esta pequeña porción. El Estado Islámico está haciendo saltar por los aires a occidente y con una cruentísima virulencia decapitando civiles, cristianos y periodistas. Falsa violencia que hace arrodillar a la NATO, y mirar llena de dudas incluso hacia potencias no aliadas para responder frente al no saben qué; solo que tienen miedo; miedo que se escurre entre los centros del poder de la City y de Wall Street, hacia no se sabe muy bien dónde.
Y ahí está 2015, año que no será fácil llenar los días de cordura ni de miseria humana. Para seguir describiendo una situación geopolítica mundial que sea únicamente capaz de conseguir que los que habitamos vivamos mejor cada día, intentando dejar esto un poquito mejor a cómo lo encontramos el día que llegamos. Para que no sigamos construyendo aberrantes muros que separen y destruyan vidas día a día. Para que seamos capaces de dejar al menos un refugiado menos en nuestras retinas. Pues eso.