martes, 29 de octubre de 2013

EL VALLE DE LA PLANTA 14.


Que verde era mi valle.1941. Es un film de John Ford, que le quitó el Oscar a la mejor película a Ciudadano Kane. Cuenta la historia de la familia Morgan, ambientado en valle minero galés a principios del S. XX. No sé qué lo mejor que tiene, la fotografía quizá, la banda sonora; pero yo me quedaría con la historia. La historia de una familia de mineros; de hijos de mineros; de nietos de mineros. No han cambiado tanto las cosas. La agrupación, los movimientos obreros, el sindicalismo, salarios pauperrimos y la seguridad en la mina.

Ayer tras dieciocho años sin fallecimientos de mineros en España esto volvió a ocurrir. Fallecieron seis mineros. Fue un escape de gas metano. De esos que matan de verdad. No huelen. No se ven. No hay alarmas y vas cayendo poco a poco al vacío hasta que todo se acaba. En la oscuridad. Teniendo como único testigo a la montaña, a la inmensidad de la oscuridad más absoluta y a cuatro compañeros que se agarraron a la vida antes de que el metano arrancara sus porvenires mineros. Porque uno es minero para siempre.

En los últimos meses la minería estuvo muy presente en nuestras sopas a las horas de comer. Bien es cierto que poco o nada sabíamos de un colectivo que lo único que hacia era mandar proyectiles caseros a los helicópteros de la guardia civil. O eso nos contaban. Eran unos bárbaros que habían llegado hasta Madrid. Que consiguieron por unos meses elevar la dignidad de la lucha de la clase obrera a categoría de derecho absolutamente inalienable. Tenían un único fin: mantener una jubilación decente tras una vida en condiciones infrahumanas. Es la única vía que tiene el Estado para compensar a estas personas que trabajan en un agujero a 800 metros debajo de la tierra y que hipotecan sus pulmones y su salud para siempre. 

Que verde era mi valle. Año 2013. El valle de Pola de Gordon. Cuenca minera de la provincia de León que en los últimos meses no ha despertado el más mínimo intereses de nuestra clase política hasta hoy. En qué desde la planta 14 han tenido que sacar los cadáveres de seis mineros. Hoy dieciocho años después de que sonara esta canción por última vez en las entrañas de una montaña astur-leonesa hemos tenido que volver a entonarla. Las cosas no han cambiado tanto, suena la misma música en aquel viejo valle y seguimos teniendo los mismos espectadores. Ayer disolvían sindicatos mineros y bajaban salarios. Hoy se hacen fotos. Mañana cerrarán la mina.

Que estas líneas no sean más que eso; el más sentido de los homenajes a todas aquellas personas que han dejado sus vidas en las entrañas de las montañas para siempre. Como la canción de Víctor. Como la película de Ford. En el valle de la planta 14.

martes, 8 de octubre de 2013

LAMPEDUSA, HISTORIA DE UNA INFAMIA.

Lampedusa. Nombre de una isla sita en el corazón del Mediterráneo, a 113 kilómetros de Túnez y a 205 kms de Sicilia, que en los últimos días está presente en los telediarios y titulares de todo el mundo. Era un barco como otro cualquiera, un barco abarrotado de vida que intentaba llegar a una tierra para sembrar esperanza. El barco llevaba unas 500 personas, de esas que hemos catalogado como inmigrantes ilegales. Ha naufragado y en el mismo han fallecido 363 personas intentando llegar a Europa. Esperaban alcanzar con ello un mundo mejor. 


Italia, como España, se ha sentido muy cómoda durante los años anteriores de la crisis, recibían mano de obra barata, quasi esclava, y tenían la complicidad de toda la Unión Europea, creyendo que alguno de estos inmigrantes subsaharianos llegarían a sus países y se aprovecharían de la misma manera. Pero hoy ese argumento ya no se sostiene. Europa no desea seguir recibiendo esa inmigración, pero las mafias del norte de África no están dispuestos a dejar de enviar sus cayucos y hacerse de oro. Hoy han detenido al supuesto traficante de seres humanos -infame profesión- da igual que haya sido él o no, no importa, va pagar ello porque tenemos 363 muertos encima de la mesa. ¿Contra el resto de sus compañeros de profesión? Pues nada, claro está, para eso están las mafias, los amigos del difunto Gadafi y del Sultán Marroquí. 

Luego está la responsabilidad de la Unión Europea, de Italia y de España, que no es lo mismo, y quizá no sea la ocasión, pero es igual. Mirando para otro lado. Ayer, hoy y mañana es el día, el momento adecuado para que demos un golpe encima de la mesa y aceptemos nuestra responsabilidad histórica. ¿Qué hace Italia de brazos cruzados mientras sus colonias están desintegrándose? ¿Dónde está la responsabilidad italiana en el proceso de descolonización? ¿Algún país del cuerno de África ha sido capaz de no convertirse en un Estado Fallido? Etiopía, Somalia, Eritrea, Sudán, son los países que remiten inmigrantes, asilados y refugiados al sur de Europa, a Italia principalmente, y qué. Muchos de ellos, además, son refugiados, y escapan de sus países porque son perseguidos políticamente. Les cerramos las puertas. No  queremos saber nada y forzamos que entren como inmigrantes ilegales porque no queremos enfrentarnos a los regímenes autoritarios de turno. Seguramente estemos siendo pagados en especias en dinero B. Veáse el claro ejemplo de la venta de armas italiana a los paramilitares sudaneses. 

Normalmente no hago demasiado caso a las cosas que dice el Papa de la Iglesia Católica, aunque he de reconocer que Francisco está despertando en mi un cierto interés un tanto inusitado. Fue su primera visita. Habla de la Globalización de la indiferencia. "Vergoña". Me gusta. Es la desvalorización total y absoluta de la sociedad en que vivimos. Contamos personas, muertos, hambrientos, sedientos, como si fueran simples granos de arena en un desierto infinito de calamidades.

Por ende, tenemos la obligación de extender la responsabilidad a todo el sistema. Un sistema que obliga a emigrar a estos 363 negros muertos de sus familias, a desprenderse de sus vidas y caminar hacia un horizonte que no existe. Les vendemos armas para que se maten, les expoliamos sus recursos naturales, les colocamos a regímenes que les persiguen y cuando llegan en barcos-pateras no les dejamos entrar y les llamamos y tachamos de ilegales; y en Italia, gracias a Berlusconi, de delincuentes, castigados con penas de prisión de uno a cuatro años. Los muertos adquieren de facto la nacionalidad italiana. No sé para qué. Para ir al cielo de Italia, que diría el gran José Luis Cuerda; que no sé si será mejor que el cielo de España, o que el cielo de Eritrea. Para nosotros es el día a día. Día tras día de la infamia y de la vergoña, que sigamos manteniendo un sistema que expulsa a sus ciudadanos de sus tierras y les manda al norte donde son ilegales y delincuentes.