Que verde era mi valle.1941. Es un film de John Ford, que le quitó el Oscar a la mejor película a Ciudadano Kane. Cuenta la historia de la familia Morgan, ambientado en valle minero galés a principios del S. XX. No sé qué lo mejor que tiene, la fotografía quizá, la banda sonora; pero yo me quedaría con la historia. La historia de una familia de mineros; de hijos de mineros; de nietos de mineros. No han cambiado tanto las cosas. La agrupación, los movimientos obreros, el sindicalismo, salarios pauperrimos y la seguridad en la mina.
Ayer tras dieciocho años sin fallecimientos de mineros en España esto volvió a ocurrir. Fallecieron seis mineros. Fue un escape de gas metano. De esos que matan de verdad. No huelen. No se ven. No hay alarmas y vas cayendo poco a poco al vacío hasta que todo se acaba. En la oscuridad. Teniendo como único testigo a la montaña, a la inmensidad de la oscuridad más absoluta y a cuatro compañeros que se agarraron a la vida antes de que el metano arrancara sus porvenires mineros. Porque uno es minero para siempre.
En los últimos meses la minería estuvo muy presente en nuestras sopas a las horas de comer. Bien es cierto que poco o nada sabíamos de un colectivo que lo único que hacia era mandar proyectiles caseros a los helicópteros de la guardia civil. O eso nos contaban. Eran unos bárbaros que habían llegado hasta Madrid. Que consiguieron por unos meses elevar la dignidad de la lucha de la clase obrera a categoría de derecho absolutamente inalienable. Tenían un único fin: mantener una jubilación decente tras una vida en condiciones infrahumanas. Es la única vía que tiene el Estado para compensar a estas personas que trabajan en un agujero a 800 metros debajo de la tierra y que hipotecan sus pulmones y su salud para siempre.
Que verde era mi valle. Año 2013. El valle de Pola de Gordon. Cuenca minera de la provincia de León que en los últimos meses no ha despertado el más mínimo intereses de nuestra clase política hasta hoy. En qué desde la planta 14 han tenido que sacar los cadáveres de seis mineros. Hoy dieciocho años después de que sonara esta canción por última vez en las entrañas de una montaña astur-leonesa hemos tenido que volver a entonarla. Las cosas no han cambiado tanto, suena la misma música en aquel viejo valle y seguimos teniendo los mismos espectadores. Ayer disolvían sindicatos mineros y bajaban salarios. Hoy se hacen fotos. Mañana cerrarán la mina.
Que estas líneas no sean más que eso; el más sentido de los homenajes a todas aquellas personas que han dejado sus vidas en las entrañas de las montañas para siempre. Como la canción de Víctor. Como la película de Ford. En el valle de la planta 14.
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