lunes, 20 de enero de 2014

APUNTES DE UN VIAJE I

Los que somos de tierra adentro podemos pasar horas mirando el mar. Akhfennir, es una pequeña localidad a las puertas del Sahara occidental, uno de esos escasísimos puntos del planeta en que se junta dos veces lo infinito. Por un lado la piedra y la arena del desierto, los camellos, las dunas y así 6.000 kilómetros hasta llegar al Mar Rojo; por otro el mar, el océano Atlántico, ese inmenso charco. Y ahí, entre medias, se extiende una pequeña localidad, de unos mil quinientos habitantes, saliendo de la nada; una avenida en las que hay poco más que unas tiendas de abalorios de todo tipo, especias, frutas, restaurantes de pescado frito y varios moteles, al más puro estilo Tarantiniano. Eso y poco más es Akhfennir.

Y aquí, paseando al atardecer de esta pequeña localidad sahariana, yo me pregunto, ¿de qué vive toda esta gente? ¿a qué se dedican? ¿pueden vivir en medio de nada en el vacío más absoluto? Lo que sí es cierto es que éste es un sitio muy particular; su emplazamiento lo hace todo. Y estos lugares me gustan mucho, me encantan.  Como me gusta casi todo lo diferente. Sus gentes se dedican a lo que todo el sahara: trabajo en el sector del pescado, en un muy discutible acuerdo de pesca con la Unión Europea y la extracción del fosfato. Así estas localidades no tienen más que dar de comer, de dormir y ver cómo pasa el tiempo por sus escasas calles. Ven pasar la vida; como pasan los camiones llenos de fosfato, arenas y pescado; como pasan los autobuses de línea; y como pasan los curiosos como yo. 

En muchos lugares del mundo me he dado cuenta que la vida no es más que eso, ver qué es lo que ocurre a su alrededor cada día, y poco más. En este desierto, el más grande del mundo, quedan ya pocos nómadas, éstos se han visto obligados por Marruecos, también, a ver pasar la vida. Pero un Pueblo nunca deja de ser un Pueblo, quieran o no quieran los Estados, y el Pueblo Saharaui, así viendo pasar la vida, día tras día, será pronto el Estado que tanto anhela. Aunque pronto quizá sean algunos años. El Estado Marroquí no ha dejado pasar tanto la vida: tiene en sus manos el sector de la pesca en el Sahara, la extracción de fosfato, la exportación de arena, el control más absoluto de todas las comunicaciones y están formando aquí el mayor parque eólico del planeta. Todo esto siempre con la inestimable ayuda de los Estados Unidos de Norteamérica, que tanto han luchado por la libertad e igualdad de los pueblos del Planeta. Ellos tampoco dejan pasar la vida, pero eso ya es otra Historia. No es esta historia.

Por la libertad del Pueblo Saharaui, por el reconocimiento oficial de un Estado para un pueblo. Viva la lucha del Frente Polisario. Viva el Sahara Libre.