martes, 10 de diciembre de 2013

GRACIAS, MADIBA.

Una de las primeras lecciones que aprendemos en la escuela es aquella que dice que los seres humanos nacemos, reproducimos y morimos. Cierto, aunque no todos lo hacemos de la misma manera; y Nelson Mandela es un claro ejemplo. Sus últimos días de vida  han sido un eterno morir, pero muy bien muerto; como aquella genial escena de "Amanece que no es poco", en la que un médico consuela al hijo del fallecido diciéndole lo bien que se está muriendo su padre. Pues eso. 

Mandela nace un 18 de julio, sí, sí, un 18 de julio, una de estas casualidades de la vida y otro día de san Federico, pero en este caso de 1918. Pertenece al Clan de los Madiba, una de las familias que componen los Xhosa y de las infinitas tribus que conforman, la que segun decía Margaret Tatcher, era la ingobernable república de Sudáfrica. Supongo que por ello dejaron al país vendido tras la descolonización. Mandela comienza a trabajar como abogado regentando el primer despacho dirigido por un negro en Sudáfrica, hacia 1953, en medio de un país comido por el odio entre blancos y negros. Donde el veinte por ciento de la población -blancos- aniquilaban y exterminaban al ochenta por ciento restante -negros, sobra decir-. Esto es lo que en los telediarios de todo el mundo hemos oído estos días como la política del aperhaid. El Aperhaid llevo a cabo la creación separada de lugares para blancos y negros, de ocio, transportes públicos, lugares de culto - ya que dios no se fija en los dólares, pero sí debía hacerlo en el color de la piel- incluso la prohibición de relaciones sociales y más aún, matrimonios. Sudáfrica sin darse cuenta se había metido el tren de la Historia y había parado en la Alemania de los años treinta. Y mientras, ahí estaba la potencia colonizadora, adalid de las libertades en el mundo entero, al igual que hoy día repartiendo lecciones magistrales de cómo invadir países para imponer regímenes democráticos. 

Madiba había entrado en política unos años antes y hacia 1960 la discriminación y exterminio social de la raza negra era brutal.  Así, Mandela se convierte en uno de los grandes líderes en la lucha contra el régimen establecido. Delatado por la CIA, es detenido y entregado al gobierno siendo acusado de terrorismo, agitación de los trabajadores y salir del país sin permiso, como todo negro de bien. Total veintisiete años, hasta febrero de 1990. 
Por aquel entonces era Presidente un tal Klerk, que acompañó a Madiba en todo el proceso democratizador del país, incluso les reconocieron su labor con un premio Nobel conjunto, algo más merecido que alguno de los últimos. Mandela venció las elecciones de 1994 y fue presidente del país hasta 1999, cuando se retiró de la política voluntariamente. 

Y así, como un líder de masas, Mandela, quien fue capaz de unir a un país que no existía, con once lenguas oficiales y cientos de tribus parloteando y usando sus costumbres como normas con rango de ley, se ha ido. Ha fallecido el pasado 5 de diciembre. Madiba nos deja el mayor legado de superación habido jamás: 27 años en prisión encerrado por ser negro y capaz de salir y convertirse en el Presidente de un país que mira por la reconciliación como seres humanos que somos. Deja un mundo aplastado por las desigualdades, de ser negro, de ser mujer, o de tener una determinada condición sexual. Pero Madiba siempre quedara en el recuerdo como el gran estandarte de la defensa de los derechos civiles, de las clases, de las razas, en definitiva, de eso que llamamos ser humano y cuya declaración aprobamos en el seno de las Naciones Unidas y que no siempre hacemos demasiado caso. 

Hoy Johanesburgo también se ha vestido de luto para el día de los funerales de Estado. Ha llovido toda la mañana y un fuerte viento ha teñido de gris su fiesta de despedida; no quería permanecer impasible, como tal día de final de primavera y ha sido su manera de protestar. Raúl Castro y Barack Obama han decidido asistir; lo poco que queda de los polos de aquella Guerra Fría que vio pasar 27 años entre rejas. Yo me quedo con su legado, con su memoria, con sus ansias de reconciliación y con su afán de igualdad; pero sobre todo con una frase suya poco conformista, y es que "disponemos de la mejor herramienta para cambiar el mundo, la educación. Usémosla". Gracias, Madiba.

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