Tras la I Guerra Mundial, París, una ciudad que había sido abrasada por la guerra, una vez más renació de sus cenizas y volvió a alcanzar esa florecimiento cultural por el ha pasado en varias ocasiones a lo largo de su Historia; algo parecido a lo que ha acontecido en el Berlín de los últimos quince años. Las crisis normalmente vienen acompañadas de momentos de cambios, de un período en que es necesaria una reinvención. Eso es lo que trajeron Las Vanguardias, y concretamente el Surrealismo, ese movimiento que pretendía a través de cualquier arte plástica "explicar el funcionamiento real del pensamiento humano", según lo que decía Bretón hacia 1924.
Pues han pasado 89 años desde el Manifiesto Surrealista, se ha adaptado y retorcido el término vanguardista hasta límites inimaginables, y es mucho más sencillo de comprender El Surrealismo, que las actitudes y comportamientos que derivan de aquel pensamiento humano.
Maratón de Boston el pasado 14 de abril de 2013. Un artefacto casero hace explosión causando tres muertos y decenas de heridos. Circunstancias extrañas rodean los hechos y toda la Nación Americana buscando a los culpables hasta en los jardines de sus casas, no pueden salir a la calles hasta que sin saber cómo ni dónde han conseguido darles caza. No es por menospreciar el modus operandi de las películas Hollyboodienses, pero hemos de saber montar ciertos tinglaos en su justa medida. Al día siguiente de la explosión, doce subsaharianos fallecieron en una patera intentando llegar a España esperando un futuro mejor. Evidentemente no sabían dónde venían, pero querían o les habían engañado a hacerlo, habían pagado a una mafia unos 4.000 euros y se quedaron por el camino. ¿Valen más los Bostenses maratonianos que los doce usuarios de la patera; alguien oyó hablar de esto último?. ¿Qué nos importan, los muertos, o dónde acaecen? No es demagogia, es la consecuencia del funcionamiento del pensamiento humano, es surrealismo puro, crudo, pero muy real.
En Mali, tras la intervención militar del pasado enero han muerto 8.000 malienses y en la frontera con Mauritania se ha constituido un campo de refugiados que acoge a unos 70.000 deportados de la guerra, dado que Francia y la Unión Europea tenían que defender su libertad en territorio subsahariano, como si esto fuera el Risk. Bretón, y otros surrealistas como Appollinaire o Dalí -en ciertas épocas- cuando creaban intentaban acercar sus obras al público llano, era el arte del socialismo, y como tal intentaban explicar su visión del pensamiento humano, de los sueños y de las emociones. En Mali no hay nada que explicar; y mucho menos que entender, por mucho que Hollande venga a darnos una lección magistral de qué es el neocolonialismo francés.
En España, país que vio a nacer a grandes surrealistas del S. XX, como Dalí, Buñuel o Miró, la señora que dirige el partido que sustenta al gobierno, ha comparado a los líderes de ciertos movimientos sociales con el populismo que apoyó al nazismo hace también noventa años. La Europa de entre guerras, como cualquier época de crisis, supuso un auge social e intelectual destacadísimo y hay que diferenciar al nazismo del surrealismo, aunque ambos términos finalicen en ismo. No es lo mismo quemar judíos que señalar con el dedo a personas partícipes de un sistema que ha generado miseria, desigualdad e injusticia allá por dónde ha pasado.
Pero sin lugar a dudas la gran obra maestra del surrealismo del S.XXI es la guerra de Siria. La sociedad fielmente reflejada en las Naciones Unidas permanece impasible en lo que los muertos se van acumulando en las cunetas de Damasco. Siria es un polvorín, no tiene grandes recursos naturales y, ¿para qué vamos a intentar detener el genocidio? Mucho que perder y poco que ganar. Difícil es ponerle números al conflicto, según las fuentes, pero debe andar rondando los 100.000 muertos y un millón de refugiados en los diferentes campos y fronteras sirias. Van pasando las fechas y se van añadiendo los ceros, como si no pasara nada, alargándose, como la persistencia de la memoria.
Y hoy casi noventa años después de aquél Manifiesto Surrealista me veo absolutamente inane de encontrarle explicación a los acontecimientos que nos rodean, idiotizados por un sistema que medio nos satisface y no nos deja morir de hambre en el Norte y que silencia aquello que ocurre de Gibraltar para abajo. Qué razón tenía André Bretón, mucho más fácil aquel movimiento vanguardista, que explicar las reales consecuencias del pensamiento humano.