
Manera propia de retomar la actividad del blog tras estas semanas.
Berzocana, pequeña localidad de la provincia de Cáceres, que en 1952 vio nacer al cantautor Luis Pastor. Traigo aquí este breve poema suyo porque me parece un retrato perfecto de la sociedad de hoy día, de lo que hay, de lo que uno puede explorar si mira face to face a "la calle", de esos incomprendidos de los que hablaba al comienzo de la entrada. Y en algún momento, seguramente, que a Don Luis, le haya ocurrido algo parecido en algún momento de sus sesenta años, aunque ahora esté manifestándose a las puertas del la sede de la Soberanía Nacional, como tanto han repetido hoy algunos.
Seguramente que los señores diputados hoy se vayan a dormir como una noche cualquiera, que hagan lo que quieran. No lo es. Ojalá que no pudieran salir. Sería tan solo un acto simbólico; pero a la vez, lo sería todo.
Por todo ello quisiera dedicar este poema-canción de Luis Pastor a todos los aludidos, todos los del 25S, a todos los que lo sufren dentro, y también fuera de nuestras fronteras, y para que aquellos que hoy no podrán ver el resultado de este asalto a la sede de la soberanía, y que tanto tanto lucharon por ello: por creer en una sociedad Justa e Igualitaria.
Ya no hay amaneceres para los que no comen, para los que no duermen, para los que no trabajan.
Ya no hay revolución ni utopías.
La esperanza se perdió en las alcantarillas del siglo XX.
Los sueños son una imagen digital codificada.
El siglo de las Luces alumbró el templo de las finanzas,- el altar del nuevo milenio- donde se ofrecen sacrificios al dios Wall Street, Dios único y verdadero, que guarda sus ganancias en los bancos del mundo. El mundo convertido en mercado y mercadería.
Mercados de valores, que devalúan la vida, que degradan al ser humano y al Planeta.Mercados que trafican con los nuevos esclavos de la Aldea Global, desplazados de las guerras, el hambre, las enfermedades, la miseria.
Mercados de emigrantes, que en las fronteras del Capitalismo aguardan su sacrificio de sangre, de soledad, de incomunicación.
Mercados de armas, del sexo, del turismo, del ocio, de la droga.
Mercados de órganos arrancados a los miserables del mundo, a los indefensos del planeta.
Mercados de basura radioactiva, de estrellas del deporte, de obras de arte, de animales, de productos transgénicos, de diamantes.... Mientras la memoria colectiva, viaja en Internet.