Tal y como escribí hace como cosa de un año, el 15 M es un movimiento heterogéneo, que pretende aglutinar a gente de todo tipo, y, aunque está básicamente integrado por personas de izquierdas de toda índole, no hemos de ir a la letra pequeña, si no quedarnos con la esencia del movimiento, que, un año después, más que le pese a la mayoría, está más vivo que muerto. Otra cosa es que intente ser silenciado por los poderes fácticos.
El 15 M no son los perroflautas o yayoflautas, que salen en la tele pegándose con la policía, o dejando lleno de escombros los alrededores de Sol. Quizá sí que sean -somos- antisistema, ya que cualquiera que rechaza este sistema recibe tal calificativo, pero no importa.
El 15 M repudia una manera de hacer las cosas, la desigualdad, el tráfico de influencias, la prevaricación, la casta política, el encontrarnos con gobernantes que nos desgobiernan a marchas forzadas echando por la ventana de la Historia todos los derechos civiles y sociales que hemos ido consiguiendo desde 1789.
La Rebelión en la Granja es uno de los ensayos -novelas políticas- más importantes del S.XX, escrita por George Orwell hacia 1945, es entendida como una brillantísima sátira del Estalinismo y de los totalitarismos que surgieron en Europa en los años treinta. Pero no lo traigo ahora a colación por ello, si no porque creo que en sus dos primeros capítulos describe perfectamente qué es una revolución, o un movimiento social que tanto me evoca al 15 M.
El libro comienza con un gran discurso de Mayor, un viejo cerdo que era la cabeza visible de la revolución, tocando todos los temas que hoy día, y en una sociedad humana, podríamos evocar en cualquier instante, la libertad, la justicia, la dignidad, el esfuerzo, y sobre todo la igualdad de todos los animales de la granja estaba por encima de lo divino y de lo humano. Incluso en algún momento del discurso llegan a tocar el tema de la plusvalía del trabajador, haciendo mención a que trabajan como bestias para que se lo queden los de siempre -el ser humano-.
En la granja, como en el 15 M, hay una gran variedad de intereses, de sensibilidades, hay cerdos, que de una u otra manera lideran la revolución, hay patos, perros, gansos, vacas y hasta comunistas, socialistas, y cualquier otro "indignado" que desee subirse al carro. La Granja de Orwell, en su inicio juntó los intereses de todos, y no dejó a nadie fuera para llegar a un estadio de igualdad que nunca habían imaginado, y no es esa meta diferente a la que puede tener el 15 M. Quizá la idea de igualdad - en la pobreza- puede traernos a la cabeza ciertos experimentos revolucionarios como el de Cuba, pero no ese el camino a seguir. Un año después el 15 M no ha de marcarse más objetivo que el día a día, el seguir calando en la sociedad española, el ir haciendo que las personas que no despegan de sus televisores consigan una mínima inquietud por algo de lo que nos rodea.
Quizá la continuación del libro entra en cómo puede desarrollarse esa revolución y dónde puede terminar, en los caminos de la corrupción, de la tiranía y con Trostky o Snowball criando malvas. Pero cuando el otro día vi la cantidad de gente tan diferente que integra el movimiento del 15 M, recordé la granja de Orwell, y me di cuenta de qué es lo que tantas ocasiones ha ocurrido: el sistema es uno, único e indivisible, y la oposición es muy variada, lo cual hace muy complejo que cualquier revolución o movimiento social que se oponga a ÉL (sistema) es fácil de fragmentar y quebrar. Ha ocurrido en repetidas ocasiones y volverá a ocurrir. Ellos tienen las armas y la fuerza, pero les falta la persuasión, y por ende, como dijo Unamuno, "la fe y la razón en la lucha", que nosotros, los recortados-indignados, sí que tenemos. A las pruebas me remito. De todos modos, ya sabemos, romper el sistema es imposible. Pues intentémoslo, aunque visto lo visto, en breves nos vemos en un 15 M, pidiendo que en vez de cambiar las cosas, virgencita, virgencita, nos quedemos cómo estamos.